Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

lunes, 27 de septiembre de 2010

Para dos amigos



Mi amigo José tenía una novia cuando estudiábamos que me quería mucho. Una vez me regaló un par de espátulas (me dijo que con eso pintaría mejor) que todavía conservo y que utilicé a rabiar durante un tiempo. Había una delgada como una raspa y flexible en extremo. Apretaba el color y la pasta hasta retorcerla y mezclarla velando los tonos, haciendo pequeñas grietas en un papel demasiado satinado y escurridizo. Con un pincel puntiagudo iba dibujando.






Esta noche ceno con dos queridos amigos y les voy a regalar dos de ellos...

martes, 14 de septiembre de 2010

La fatalidad de la luz

Esta mañana la oftalmóloga me ha dicho que ya no me queda líquido desparramado dentro del ojo, y que la mala visión se debe a la cicatriz que me ha quedado.
Y he recordado un texto de las memorias de Balthus...





Por eso la angustia, la inquietud que leo en mis fotos antiguas no es más que miedo de no poder alcanzar la belleza, de no tener tiempo suficiente para ello. No me da miedo la muerte ni la agonía; lo que me da miedo es que me llegue cuando estoy trabajando, su llegada inoportuna, deteniendo todo lo que tiene vocación de volver, las estaciones, los climas, los ciclos de toda la naturaleza, la luz. Sobre todo la luz. Por las mañanas, cuando voy al estudio, ese miedo se apodera de mí, ese anhelo de luz, porque ella es mi interlocutora, no hay un día igual a otro, es cambiante como la vida, como el viento. Es la necesidad del pintor, lo que le permite llegar a su meta. Por ese motivo es un oficio trágico, sometido a la fatalidad de la luz. Porque con lo que pasa y se escurre no puedes perder el tiempo, debes atrapar siempre la verdad percibida intuitivamente.

martes, 7 de septiembre de 2010

La Tena



Reflexionando en lo que será la nueva Tena me he acordado de mi amiga Rut y su querida palabra retrato. Creo que todo gran viñedo, y éste es uno de los más hermosos, no es más que el verdadero retrato de sus viticultores, Paco, Dominic y los suyos. Pero claro, por otra parte, uno siempre acaba pintando algo de sí mismo en todo lo que hace, aunque pinte la cara de otra persona o sus viñas.
Así pues hay que estar preparado para lo que sea. Ahí van dos autorretratos míos...





miércoles, 1 de septiembre de 2010

En la Rembrandthuis


Donde pintaba...



Donde dormía...