Supongo que es una evolución natural, un devenir lógico cuando se ha estado trabajando y pintando, trepando y saltando constantemente por esos márgenes entre bancales, esos muros de piedra que han constituido desde que era pequeño mi límite y a la vez mi destino, de manera incierta y amenazadora... Eso, ese carácter de biotopos superpoblados de insectos, flores e historias, dispuestos a lo largo y ancho de nuestros bancales que conforman el paisaje, ha ido calando en mi manera de ver la vida, de sentirla y vivirla. Algo confuso donde
todo convive demasiado cerca del precipicio y muy alejado de lo cómodo, donde las acciones se desarrollan casi siempre en el momento justo de caerse uno de ellos, uno de esos márgenes abiertos como una herida a la hemorragia de tierra y color...