En La Marina, hay muchos paisajes difíciles, violentados e inacabados, abruptos y peligrosos a la vez por lo frágiles que parecen. Poseen tanta información que abruman, tanta elocuencia.
Casi inconscientemente te dejas llevar por lo voluptuoso y sugestivo, aquello que acaba saturando ciertos paisajes, convirtiéndolos en algo muy diferentes de lo que son. En todos ellos siempre los márgenes omnipresentes, dibujando la montaña, describiendo cómo entendían la agricultura, la única posible en estas montañas, nuestros antepasados.