El dinámico paisaje de La Marina, abrupto y desorganizado,cada día está más erosionado debido al abandono agrario. Las terrazas o bancales acumulan difícilmente el agua cuando dejan de roturarse y la caída de los márgenes acaba desembocando en una sucesión de taludes donde apenas se distingue una línea de horizonte diferente o un color alejado del gris. Esas pequeñas curvas discontinuas y serpenteantes empiezan a desaparecer y la montaña tiende a restablecer lo que en su día fue.
Dicen que el agua acaba con la roca, no por su fuerza, sino por su persistencia. Díria que ocurre lo mismo con el tiempo... que todo lo cura
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