Hace unos años, cuando todavía pintaba en otro estudio con peor luz, entró un día mi amigo Javi y me preguntó extrañado -¿qué pasa, se te ha acabado el bote de rojo?- Había pasado varios años pintando casi exclusivamente en blanco, negro y rojo. Demasiado obsesionado en el proceso de trabajo que te atrapa en un continuo y repetido gesto y mirada, excluyendo todo aquello que no signifique "tu propio camino".
Mi mujer siempre me dice que mi manera de progresar es así, lenta y dificultosa, dando pequeños pasos que a mi me suponen años de trabajo, cuadros de esfuerzos y caminos vedados. Porque el cuadro debe avanzar, tener algo nuevo y diferente al anterior aunque parezca significar lo mismo. La mayoría de mis cuadros se completan en el siguiente.
En aquel estudio pinte demasiado...