El otro día estuvimos podando cerezos en La Vall de Gallinera.
Maderas dóciles y carnosas en pendientes imposibles. Savia en reposo solitario a la umbría de la piedra. Por encima de las cuchillas revoloteaban unas águilas en grupo o familia, algo parecido a lo que nosotros parecíamos unos metros más abajo.
De vez en cuando aparecía un almendro o una higuera que también necesitaba una poda.
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