Fue Angelo Gaja hace unos cuarenta años de los primeros en el Piamonte en embotellar por separado sus fincas, en buscar desde la poda esa diferente sensibilidad que se encuentra en sus vinos, esa fruta madura, concentrada y tremendamente sensual que permanece en la boca durante horas como un perfume aterciopelado derramado salvajemente por la memoria...
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