Hay noches en las que los vinos y los amigos son lo único que se necesita. Noches, que como los vinos, mostramos lo mejor de nosotros mismos, y lo peor, las miserias y recovecos, los sueños y locuras. Aquello que nos une está por encima y revoloteando en todo momento, el amor al vino y a la manera de vivirlo. Está presente aún cuando nos ausentamos un momento para ir al baño; cuando nos despertamos en mitad de la noche recordando aquel barbaresco, borgoña, jerez...
Sólo esto puede salvarnos.
Dedicado a mis chicos.
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