Si hay algo difícil de conseguir en cepas viejas es la homogeneidad en el vigor de cada planta. Y más, si éstas han sido trabajadas por manos diferentes. Cada uno poda de una manera, buscando una arquitectura diferente, una cantidad determinada de brazos y unas longitudes en los sarmientos que pocas veces se pueden controlar salvo en el despunte, que engorda el grano y evita que aquello parezca una desmadrada selva. Pero la realidad en muchos de estos bancales es que cada cepa aprovecha la fuerza de su actividad vegetativa de manera distinta, obligadas como están por sus heridas en la poda, la fertilidad del suelo, la climatología y la variedad de vid. La competencia entre las raíces es distinta y varía si al lado de una planta con cuatro brazos bien formados y una longitud de sarmiento de un metro, existe una cepa enferma con sólo dos brazos y repleta de termitas, y a su vez, al lado de ésta hay una falta.
En esta viña vieja de mi viejo amigo Vicent “el redó”, dada la heterogeneidad de cada cepa, el control del vigor se me antoja un milagro.
En esta viña vieja de mi viejo amigo Vicent “el redó”, dada la heterogeneidad de cada cepa, el control del vigor se me antoja un milagro.
En cualquier caso se ven sanas y bonitas. Todo un arte¡¡¡
ResponderEliminarsaludos