Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...
A veces siento que me equivoqué...
martes, 20 de abril de 2010
Cristiano supertoscano, la grappa y el Inter.
Cristiano, nuestro anfitrión, llegó casi el último, justo antes de que los treinta y nueve recién estrenados añitos de Quino y sus pastelitos hicieran su aparición con un estupendo blanco bajo el brazo. Tintofino está en el centro de la ciudad, entre calles estrechas, turistas en bici y vecinos que no han nacido allí. Es el encanto del Barrio del Carmen, un lugar poblado de soledades..
Una vez sentados y servido el primer vino empieza la discusión: que si lleva sauvignon blanc, que si le sobra madera...lo de siempre. Se crea en nuestras cenas algo extraño, próximo pero exigente, cercano y rígido a la vez, buscamos el olor y el sabor en estado puro, la esencia del vino, ser certeros y disfrutar de lo que bebemos, flexibles con la sensibilidad del de al lado pero tremendamente estrictos con la nuestra. Todo se hace espeso y gravoso en el segundo y tercer vino, (un Sagrantino di Montefalco), que no acaba de ponernos de acuerdo. El último tinto era un Ornellaia al que Gasparino le tenía ganas, un supertoscano con una composición típica del Médoc bordelés. Un vino grande, clásico y serio, de tanino algo rugoso y acidez perfecta. Un final bastante largo y unos aromas balsámicos que me recordaban a la corteza de la cornicabra y al ciprés.
Acabamos la noche con una grappa que enamoró a Paco.
Curiosamente, Cristiano y yo somos del Inter...
Las fotos son de Paco Ebri.
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