Hace un tiempo, mi amigo Angel me escribió un texto para una exposición que comenzaba así: la piel y lo de debajo. Pensé entonces que no había mejor explicación para mis obras que quitar esa delgada película de piel adherida al músculo y dejarte sorprender por algo tan próximo y desconocido como lo interno, el amasijo de húmedos pliegues que forman la carne en descomposición, el maravilloso eclipse formado por el bisturí y la salpicadura.
Un retrato de mi mujer por el que tuve que pagar el doble de su valor para recuperarlo...
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