Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

lunes, 6 de junio de 2011

Conversaciones con Icaro

El primero de una larga serie de cuadros con el mismo tema...


Cuando la sombra del marco de la ventana apareció sobre las cortinas era entre las siete y las ocho y entonces me encontré de nuevo a compás, oyendo el reloj. Era el del abuelo y cuando padre me lo dio, dijo: Quentin, te doy el mausoleo de toda esperanza y deseo; es más que penosamente posible que lo uses para conseguir el reducto absurdum de toda experiencia humana, lo que no satisfará tus necesidades individuales más de lo que satisfizo las suyas o las de su padre. Te lo doy no para que recuerdes el tiempo, sino para que consigas olvidarlo de vez en cuando durante un momento y no malgastes todo tu aliento intentando someterlo. Porque ninguna batalla se gana, jamás, como decía. Ni tan siquiera se libran. Sólo el campo de batalla revela al hombre su propia locura y desesperación, y la victoria es ilusión de filósofos e idiotas.

William Faulkner, El ruido y la furia.

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