Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

martes, 17 de febrero de 2009

Barranc de l´Infern




Carne y hueso, es lo único que me viene a la cabeza cuando trabajo en un paisaje. Huesos grises y blancos que enmarcan y recubren como tendones la carne roja palpitante desparramada sobre la tela. Las nervaduras troqueladas que retienen y dan forma a los bancales corren y se impregnan de esa tierra roja precipitada de alguna montaña cercana. La carne aparece en desorden, como una herida cauterizada por donde todavía resbalan hilillos de sangre de tonos rubíes que terminan en densas lágrimas transparentes próximas al nitrato de plata. Arterias que cicatrizan al aire y se fijan como lava, casi por capricho, a mi suelo vertical.

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