Una de las cosas más curiosas que todavía hoy pueden contemplarse en la montaña de Alicante es la cantidad de márgenes y bancales que resisten el peso del tiempo. Y es que algunos soportan demasiado, sobretodo aquellos que están cerca del mar, con su humedad constante y la vegetación campando a sus anchas. Siguen ahí a pesar del abandono de los campos, la caída de las lluvias, los incendios... Son el “terroir” pictórico de la mayoría de mis paisajes, tierras pobres, blancas y amarillas, donde casi todo se integra a la fuerza y como movido por un deseo de resistencia, los contornos, las sombras, y siempre las cepas diseminadas en interminables bancales. Soy un amante de los vinos donde lo que se respeta es el color de la tierra, el margen caído sobre una cepa, el estéril subsuelo, el sonido de la cigarra en el “sinfín de los almendros”, el llebeig entrando por donde hace daño, la microscópica flora y fauna del lugar. Todo eso que he aprendido a catar pintando.
No sé porqué pero me han entrado unas ganas increíbles de pasearme entre esos bancales..
ResponderEliminarMe encanta como se refleja la perspectiva en el cuadro..