Mi tío Pepe tuvo apilados durante años unos cuarenta cañizos donde soleaba la uva hasta convertirla en pasa. Los guardaba en un riu-rau abierto a una era de tierra finísima y blanca. Para evitar la polvareda de buena mañana la regaba su mujer, Julia, aunque al salir con las bicis aquello se convertía en una mezcla de arena y recuerdos al ¡Sant Dimoni! La era quedaba después como un cutis entre óxido y gris, un poco como un cráneo carcomido por metálicas termitas.
En el suelo de este cuadro están fundidos todos los blancos que recuerdo de aquella era que siempre fue mi tía Julia. Era muy gorda y cuando me veía salir con la bici a menudo me preguntaba: -¿Dónde vas?-, rutina que me angustiaba y cargaba de responsabilidad: -A dar una vuelta-. Mi mejor pasatiempo y algo que aún hago, pasear y eludir respuestas.
El riu–rau protegía la uva de la lluvia o la humedad nocturna. En su interior y en la esquina donde se almacenaban aquellos cañizos colgamos este cuadro, cuyo escenario a modo de era gris payne nos recuerda aquella otra que ya no existe.
El riu–rau protegía la uva de la lluvia o la humedad nocturna. En su interior y en la esquina donde se almacenaban aquellos cañizos colgamos este cuadro, cuyo escenario a modo de era gris payne nos recuerda aquella otra que ya no existe.
Me encanta el que fas perquè a banda de parlar de vins parles de la vida com una experiència personal plena de records i emocions.Al capdavall, supose que la pintura també és això.
ResponderEliminarSóc jo
ResponderEliminar.....estoy de acuerdo con el primer comentario,.....bueno también con el segundo......jo també sóc jo..... Creo que la mezcla entre la manera de escribir, de describir vivencias y emociones, las historias vividas, la pintura, los paisajes, el campo, el vino, hacen de estas lecturas un ratito super agradable, a la vez que obligatorio cuando tengo un ordenador delante.
ResponderEliminarMe he sentido absolutamente identificado con el párrafo .....de cuando salías con la bici....¿a donde vas?......que pregunta tan inocente aparentemente, pero ciertamente cargada de tanta responsabilidad inconsciente ¡¡que tiempos aquellos!!