Cuando la encuentro en un viñedo es intraducible. Pinceladas amontonadas que anulan la profundidad convierten el paisaje en algo envasado al vacío, en un lugar irrespirable, carente hasta en el cielo, de oxígeno. Sin puntos muertos, global e integrado, terroir en estado puro. Todo se funde hasta lo abstracto, se diluye en la realidad...
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