Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...
A veces siento que me equivoqué...
domingo, 2 de febrero de 2014
Podar no es cortar sarmientos
Ya en el campo, el Nini veía negrear los sarmientos entre los terrones y cada vez le producían la impresión de algo vivo y doliente. El abuelo Abundio cortaba, empero, sin compasión y según saltaban las ramas inútiles y por encima de su hombro le aleccionaba:
-Podar no es cortar sarmientos, ¿oyes?
-Sí, abuelo.
-Cada cepa tiene su poda, ¿oyes?
-Sí, abuelo.
-Un majuelo de verdejo de 30 años llevará dos varas de empalmes, dos nuevas, dos o tres calzadas y dos o tres pulgares, ¿oyes?
-Sí, abuelo.
-Con el jerez o el tinto no lo harías así. Con el jerez o el tinto dejarías dos varas pulgares, dos yemas y un sacavinos, ¿oyes?
-Sí, abuelo.
Al concluir cada cepa el viejo enterraba cuidadosamente las ramas cortadas al pie del sarmiento para que le sirviera de abono. El niño se complacía en la obra de su abuelo e imaginaba que su obsesión por la higiene le venía del oficio; de tanto aligerar las parras de todo lo sucio, inútil o superfluo.
Miguel Delibes "Las ratas"
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