Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

miércoles, 27 de mayo de 2009

El enópata


Conocimos a Rebeca y a Juan hace ya algún tiempo, en uno de sus cursos sobre el mundo del vino. Recuerdo una gran sala presidida por una mesa con unas cuantas copas diseñadas por él mismo donde se presentó Juan con camisa negra y vaqueros (fase visual). La entrada fue delicada, hablando en un tono bajo, casi costaba oirle, de hecho pensé que era un poco tímido, cosa que me gusta de la gente sin verguenza. Dijo que había formado a no sé cuantos cientos de alumnos y sumilleres y nosotros pasábamos a ser parte de esa enorme lista, de esa gran familia, y desde ese momento, (es algo que se reconoce en todo buen docente), supe que me lo iba a pasar bien. Tenía por allí unas copillas negras con aromas naturales, nada de esencias, frasquitos o estuches dispuestas para el ritual de los aromas, y cuando nos acercamos a olerlas mientras él hablaba con unos y otros, vi que disfrutaba con aquello, que incluso en esos momentos estaba dando clase, dándose a sus alumnos, compartiendo con nosotros a la vez que aprendiendo de nuestras vidas, gustos y manías. A la hora de hablar de los vinos, parecía saberlo todo acerca de ellos, y, embargado por la emoción de querer transmitirnos aquello tan privado, sutil y personal que iba sintiendo, nos iba deleitando con detalles precisos de las bodegas, sus elaboraciones, crianzas y alguna cosita un poco más técnica. Describir un vino puede ser mortalmente aburrido cuando quien lo hace no sabe distinguir el color de una grosella en pleno envero, con sus pequeñas estrías oscuras, de una picota roja manchada de alguna sombra cercana. De repente, descubres gracias a Juan que uno de esos pequeños detalles le aportan tipicidad a un vino, sentido y diferencia y, entonces, nada es casual, una pequeña particularidad puede explicar muchas de las confusas cosas que estás catando, y por supuesto, prohibido escupir ningún vino, faltaría más.
Al salir nos dio un título o diploma del que me siento orgulloso.
Hoy en día, Rebeca y Juan tienen un Wine Bar Restaurant en el centro de Valencia, un sitio donde lo mejor, son ellos...




1 comentario:

  1. Gracias por tan cariñosas palabras estimado tocayo. Intentaré hacerme merecedor de ellas.
    mientras tanto, !felices vinos!
    Juan Ferrer (Enópata)

    ResponderEliminar