Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

viernes, 17 de julio de 2009

Los críticos














Desde pequeños en mi familia se nos acostumbró a ir a museos, exposiciones, galerías y pinacotecas allá donde estuviéramos. Para mis padres (ambos pintores), era en muchas ocasiones el único motivo para visitar una u otra ciudad. Los sitios obligados eran la iglesia y el museo, el espíritu y la pintura. Recuerdo estar en Roma con seis años contemplando la Capilla Sixtina y las catacumbas, aquello debió de trastornarme... Aunque claro, yo ya estaba acostumbrado a la visión de cosas poco frecuentes colgadas de las paredes, al olor de aguarrás, a los libros extraños y a los amigos de mis padres también pintores o curas.
Quienes mejor se lo pasan en las exposiciones son los niños. Tras darles de merendar en condiciones puedes conseguir de ellos lo que quieras. Son los mejores críticos, sinceros y despiadados, aunque el pintor sea su tío.



















Algunos de mis sobrinos, Juan, Angelica, Mateo y el rubiales de ojos azules, Pablito.

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