Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

viernes, 29 de mayo de 2009

Dídac

Verdaderamente, la infancia es una época terrible. Sobretodo para los mayores que se dedican a perpetuar desde los años aprendidos aquello que no debe trasladarse a un niño sino como desaprendimiento, es decir, como continuo proceso de búsqueda, de mejora o salida de una situación concreta. No creo que exista nada peor que transmitir el conocimiento como algo muerto, enlatado, fijo e inmutable. Entender el desequilibrio es conocer la manera de crearlo y esto es algo que pocas veces se enseña. Imaginar lo que no existe sin los medios y condiciones para crearlo resulta doloroso (por lo menos para mí). La posibilidad de la irrealidad es tan cercana en un niño como lejana para alguien incapaz de soñar.

El hijo de mi amigo Sergi en una viña abandonada cerca de casa.

miércoles, 27 de mayo de 2009

El enópata


Conocimos a Rebeca y a Juan hace ya algún tiempo, en uno de sus cursos sobre el mundo del vino. Recuerdo una gran sala presidida por una mesa con unas cuantas copas diseñadas por él mismo donde se presentó Juan con camisa negra y vaqueros (fase visual). La entrada fue delicada, hablando en un tono bajo, casi costaba oirle, de hecho pensé que era un poco tímido, cosa que me gusta de la gente sin verguenza. Dijo que había formado a no sé cuantos cientos de alumnos y sumilleres y nosotros pasábamos a ser parte de esa enorme lista, de esa gran familia, y desde ese momento, (es algo que se reconoce en todo buen docente), supe que me lo iba a pasar bien. Tenía por allí unas copillas negras con aromas naturales, nada de esencias, frasquitos o estuches dispuestas para el ritual de los aromas, y cuando nos acercamos a olerlas mientras él hablaba con unos y otros, vi que disfrutaba con aquello, que incluso en esos momentos estaba dando clase, dándose a sus alumnos, compartiendo con nosotros a la vez que aprendiendo de nuestras vidas, gustos y manías. A la hora de hablar de los vinos, parecía saberlo todo acerca de ellos, y, embargado por la emoción de querer transmitirnos aquello tan privado, sutil y personal que iba sintiendo, nos iba deleitando con detalles precisos de las bodegas, sus elaboraciones, crianzas y alguna cosita un poco más técnica. Describir un vino puede ser mortalmente aburrido cuando quien lo hace no sabe distinguir el color de una grosella en pleno envero, con sus pequeñas estrías oscuras, de una picota roja manchada de alguna sombra cercana. De repente, descubres gracias a Juan que uno de esos pequeños detalles le aportan tipicidad a un vino, sentido y diferencia y, entonces, nada es casual, una pequeña particularidad puede explicar muchas de las confusas cosas que estás catando, y por supuesto, prohibido escupir ningún vino, faltaría más.
Al salir nos dio un título o diploma del que me siento orgulloso.
Hoy en día, Rebeca y Juan tienen un Wine Bar Restaurant en el centro de Valencia, un sitio donde lo mejor, son ellos...




lunes, 18 de mayo de 2009

El rojo y el "terroir"



Para Tiziano, el verdadero pintor es aquel que sólo necesita tres colores: blanco, negro y rojo. Le faltó aclarar el tipo de rojo, me hubiera hecho un gran favor...
Cada vez que salgo de la tienda donde compro colores, en el centro de Valencia, tengo la sensación de que esta vez sí he dado con él. Entre todos los tubos de rojos, bermellones, carmines, lacas, garanzas, cadmios, rosas y titanes que llevo años comprando y que guardo al llegar a casa en la caja de pinturas, justo al lado de idénticos colores que todavía no he utilizado o sólo a medias, debe estar aquello que busco.

Cuando estoy con mi mujer en alguna cata, (sólo voy con ella porque hemos elaborado juntos un intrincado laberinto de recuerdos, asociaciones, diferencias y puntuaciones que sería pesadísimo compartir con otra persona) y se describe la fase visual, rubí, picota y todo eso, yo recuerdo mis tubos de rojo, mis cuadros en los que el rojo está siempre tan presente, de principio a fin y en todas sus fases. Me entra esa angustia desoladora que siento al buscar en mi caja de pinturas, repleta de tubos rojos, el color buscado, el rojo Marte, sanguíneo y energético que aún no he encontrado.


martes, 12 de mayo de 2009

Lute

Mi amigo Lute acaba de plantar unas trescientas cepas en un bancal que tenía medio perdido, un pedazo de tierra blanca, harinosa y en pendiente, orientación norte-sur, con una pequeña pinada en la parte más alta del terreno que le impide ver el mar. Desfondó el campo hace unos años arrancando y triturando todo lo que había y lo dejó reposar, como en una barrica usada, un par de años. Plantar ahora allí constituye un placer inimaginable para aquellos que sólo entienden el disfrute del vino como transmisor de su terroir. Va a ser una viña vigilada por el Montgó al norte y por Bernia al este, dos de las montañas responsables, junto con el Puig Campana y el mediterráneo, del particular clima de la Marina.
Ha plantado tempranillo, giró y tintorera.

jueves, 7 de mayo de 2009

Migeta

Migeta es un vecino, de los pocos que van quedando, que todavía saca a pasturar su rebaño por donde le viene en gana, aunque cada vez es más difícil por el tráfico, las vallas y los perros. Antes entraba a menudo en nuestros bancales y los dejaba desherbados y abonados. Recuerdo la primera vez que probé la leche de una de sus cabras. En esta época no las deja entrar en la viña no sea que corten o directamente devoren las yemas y brotes jóvenes. El color de la viña estos primeros días de calor es una obsesión constante, el tono y la saturación que va desarrollando el verde amarillento de hojas y frutos te va indicando el estado de la tierra mientras se calienta y las posibles carencias que puede no haber acumulado durante el invierno. Es un verde tierno, inmaduro, sensible y sin rastro de azules de momento.




lunes, 4 de mayo de 2009

Detalles



Este es uno de esos cuadros que parecen pasados por un filtro, velado en tonos amarillentos, verdosos y ocres. Cuando se está pintando determinados paisajes, querer "ver" demasiadas cosas constituye un problema y querer desarrollarlas en el tiempo de un lienzo, (ese ojo enfocador del que lo mira), puede resultar una cadena interminable de anécdotas. Para los miopes que trabajamos encima del bastidor es un verdadero martirio estar continuamente escrutando cada rincón de la tela a ver si algo se ha escapado indeseablemente o alejado del color y la forma que debería tener. Los contínuos cambios a los que se somete el cuadro te obligan a tenerlo todo en cuenta, a tenerlo constantemente en la retina con memoria que somos los pintores.Sólo cuando después fotografío la obra y me acerco y recorro ese tiempo desde fuera, consigo "ver" esos pequeños detalles.
El cuadro está en casa de mi amigo Cipo.