Sólo hubo una decisión importante en mi vida. Elegí el pincel y no la azada.
A veces siento que me equivoqué...

martes, 17 de marzo de 2009

La lección de anatomía del doctor Joan Deyman


He pasado gran parte de mi vida pictórica – que es parte de mi otra vida – copiando este "enorme" fragmento de un cuadro de Rembrandt, único resto de una obra de mayor tamaño destruido por el fuego. Las manos del doctor Joan Deyman bendicen quirúrgicamente los separados hemisferios del cerebro, extirpando con habilidad el encéfalo que cuelga sobre las mejillas como una melena trenzada cual corona de espinas. El cuenco que sujeta el ayudante, la tapa de los sesos, cercano a la oquedad abierta del abdomen, parece un cáliz consagrador que vaya a ser llenado con los restos de la disección.

Mis extrañados anatomistas asisten individualizados en su temporalidad pero unidos por su carnalidad, al rito religioso del amortajamiento, sorprendidos y asqueados a la vez, repelidos por un halo de levedad intocable que emana del cadáver. Me gusta que las figuras no miren directamente al observador, tampoco lo hacen entre ellas, y nos conviertan en público, mudos testigos de un espectáculo.







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