o el guiño de las pestañas;
fue, como si me bebiese la noche en una copa,
y no dejase nada para las estrellas.
Un poema del "hijo de la lechera" del siglo XI.
Durante mucho tiempo he buscado que el azul emergiera de la tierra, que aflorara como una primavera acuosa tiznándolo todo de ese irreal betún. Curiosamente el color de la vida y el más alejado a la naturaleza. Para mí, el azul siempre ha sido el color de la destruccíon, o mejor, de lo acabado e irresoluble pero sin esa carga dramática que impone el rojo. Esas células incontroladas que todos llevamos dentro.
La cata más alucinante que he asistido jamás:







El enópata nos dió una lección magistral de historia repleta de anécdotas extraordinarias que hicieron que los vinos alcanzaran una dimensión única.
Un verdadero festival de moscateles, garnachas y algún que otro tempranillo y syrah. Aunque como quedó demostrado, ninguna variedad se adapta mejor a nuestro terroir como el antiguo gironet y la majestuosa moscatel... Es lo que tiene viticultivar tan cerca del mar y a tanta altura.
Una sublime botella de Fondillón Sacristía de 1944:
Resulta incomprensible el poco caso que se le hace a este tipo de vinos, sin duda, uno de los mejores que he probado en mi vida. La familia Poveda lo lleva elaborando décadas. Tradición, historia y viticultura ancestral en estado puro. Un vino clásico, difícil, no apto para esnobs, eterno, insondable y evocador...
La foto es del bancal del tío de mi amigo Vicent, giró, merseguera, moscatel e incluso bobal...
Crecí viendo colgados por las paredes de casa infinidad de desfigurados retratos de personajes desconocidos que acababan siendo tremendamente familiares, rostros imposibles de entender fuera de los límites que imponía la pintura... Ese era el universo de mi padre.
Recordaba mientras lo cataba aquella tarde paseando terriblemente solos por las escarpadas pendientes neblinosas y desoladas...
Claveteados y retorcidos espectros sobrenaturales que te van acompañando sin dejarte solo un instante...





Lo pinté profundamente impresionado.
Mi padre acostumbraba a proteger con velas antipájaros algunas filas de la viña. Recuerdo hace unos años (cuando se instaló la familia de perdices que todavía merodea por aquí) tener que ir a rescatarlas, padre, madre y una considerable y escandalosa prole, de debajo de esa casi invisible trampa cuadriculada y verde. Desde entonces prefiero que coman todo lo que les dé la gana y no abandonen nunca mi viñedo.
La foto es de Laura.

Nicolas Joly trata sus vinos casi de una manera musical, según él una sola nota discordante en un conjunto armónico no lo distorsiona, en el caso de que la agricultura practicada sea sana, y lo compara con un cuadro impresionista en el que hay una pincelada roja que sola sería agresiva, pero en el conjunto no destaca.
Me ha aparecido en un bancal que estoy preparando para plantar un poco de moscatel. Es una toba caliza blanda que utilizaban por aquí para construir las casas, muchas veces traídas de algún penyasegat cercano. Lo curioso es que en una esquina del bancal es blanca y en la otra amarilla. Los franceses la llaman tuffeau...
Las lluvias y el buen tiempo es lo que tienen...
